El ciclista norteamericano volvió a comparecer por sorpresa en el programa de Oprah Wimphrey para completar el segundo capítulo de sus confesiones. Armstrong alegó que en su anterior comparecencia dejó "demasiadas confesiones en el aire; en concreto las más graves y aborrecibles de todas".
Armstrong admitió que, durante su etapa como profesional y de manera repetida, recurrió al consumo de café con leche "en dosis no exactamente moderadas". Armstrong mostró su lado más humano al derrumbarse en lágrimas ante la popular presentadora: "En el momento no tenía conciencia de estar haciendo nada malo. Solía decirme a mí mismo: 'uno y no más', pero la taza y los sobrecillos de azúcar me reclamaban con voces pérfidas. La tentación de permanecer despierto durante veinte minutos más para poder seguir admirándome en el espejo podía conmigo".
No acabaron aquí las revelaciones de Armstrong, que se sinceró con visible vergüenza sobre su adicción a sustancias prohibidas como el chocolate Milka y el sirope de fresa. "La gente debe tomar conciencia de la barbaridad que supone ingerir una barrita de Milka después de haber entrenado durante ocho horas", aseveró el estadounidense. "El día en que me descubrí con medio huevo kinder en la boca me dije a mí mismo: 'Lance, tienes un problema".
Resuelto a reparar su maltrecha imagen, el ex-ciclista declaró que inauguraría próximamente la FLACC o "Fundación Lance Armstrong Contra el Chocolate", donde se procurará educar a los niños respecto a los peligros de este tipo de alimentos. Asimismo, se mostró dispuesto a emprender acciones legales contra Saimaza "por graves daños a la salud pública" y financiar a diversos centros de rehabilitación para adictos terminales a los caramelos Sugus.
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