“En mi vida he visto un catering tan mierdoso en un equipo de fútbol.
Como no os toméis esto en serio, a final de temporada no vais a ganar ni una
copa de vino.” Con frases como estas, Alberto Chicote ha logrado
revolucionar al R.C.D. Espanyol, que en pocos meses ha pasado de los puestos de
descenso a descansar en la comodidad de la media tabla.
El pasado mes de Noviembre, la
junta del Espanyol se puso en contacto con el exitoso programa Pesadilla en la cocina. La situación del
club catalán por entonces era crítica: ocupaba el último puesto de la clasificación
con tan sólo dos victorias en trece partidos y Joan Collet, presidente del equipo,
se veía incapaz de destituir a Mauricio Pochettino. Alberto Chicote, tras
visitar las instalaciones del club, detectó de inmediato la raíz del problema: “Pochettino
no está utilizando la táctica correcta, no distingue los cuchillos de carne de
los del pescado y no sabe qué es un ossobuco siendo argentino. Hay que
despedirle.”
El chef madrileño recomendó a la
directiva la contratación de Javier Aguirre como nuevo técnico “por su estilo
de juego, que está siempre en su punto y tiene un toque picante muy
equilibrado.” Renovó el servicio de catering del equipo, que según él servía “una
crema catalana que parecía petróleo quemao, no se la comía ni un muerto de
hambre” y restauró la decoración del estadio porque la anterior era “cutre
además de pretenciosa, no había por dónde cogerla.”
El toque estrella de Chicote ha
sido la preparación de varios platos diseñados específicamente para mejorar el
rendimiento de los futbolistas. El chef se concentró en aprovechar al máximo
los recursos de un equipo de presupuesto reducido: “aquí había mucha pasta que
se tiraba a la basura. Le dije al secretario técnico: ‘¿tú para qué necesitas
una mesa? Con todo este serrín te hago yo unas croquetas que te mueres’. Y dicho y hecho.”
La Sexta ya está preparando un
spin-off del programa titulado Pesadilla
en el Vestuario. El primer episodio se rodará en el Santiago Bernabéu,
donde Chicote tendrá por delante el reto de lograr que los jugadores merengues
respeten los límites de velocidad.
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